El Grottenberg fue construido para la residencia de verano del rey Federico Guillermo III de Prusia y la reina Luisa a finales del siglo XVIII. En aquella época, un colorido pabellón de estilo oriental, visible desde lejos, coronaba la colina. Un antiguo templo aparentemente hundido en memoria de los "queridos difuntos" y una gruta completaban el pintoresco conjunto. Después de 1945, el emplazamiento sin uso cayó en el abandono y los restos estructurales fueron demolidos. Sin embargo, durante las excavaciones arqueológicas de 2013, se encontraron sorprendentemente muchas partes bien conservadas de la gruta y las ruinas del templo. Esto permitió restaurar la colina de la gruta, desde la que hoy podemos volver a disfrutar de la vista del pueblo y del paisaje.