París era el centro de atracción de los artistas rusos antes de 1900. Aquí conocieron las obras de Claude Monet y Auguste Renoir y se inspiraron en los temas y el estilo pictórico de los impresionistas franceses. De vuelta a Rusia, pintaron en plein air y trazaron la fugacidad del momento en retratos de escenas de la vida cotidiana rusa. Los pintores que posteriormente formaron la vanguardia rusa también desarrollaron su nuevo arte a partir del estudio impresionista de la luz.

La exposición del Museo Barberini está dedicada a la recepción, hasta ahora poco explorada, de la pintura ligera francesa en Rusia. Con más de 80 obras, muestra la internacionalidad del lenguaje visual en torno a 1900 e integra a los artistas rusos de la época -desde Ilya Repin hasta Kazimir Malevich- en el proyecto del modernismo artístico.